Apocalipsis
¡Por fin explicado! PARTE 4
EL ARTE DE SERVIR.
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El tema.La mayoría de los eruditos generalmente suponen que el término “el Día del Señor” es, de hecho, una referencia al venidero día de ajuste de cuentas, o de juicio sobre el mundo, de Dios — ¡el día del Señor!
No obstante, casi nadie entiende la verdad. Sin el entendimiento correcto de este versículo en el pensamiento de alguien, el libro completo no tendrá sentido. Leer Apocalipsis se convierte en un ejercicio infructuoso.
Ahora note el versículo 10. Este versículo en realidad revela el enfoque central o tema del libro completo. Entienda que Juan vivió hace 1.900 años — mucho antes que los eventos de este libro hubieran de ser cumplidos. Él escribió:“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta”.
Siglos de controversias han surgido de esta referencia, porque las personas discuten sobre qué día de la semana se está refiriendo Juan. La presunción es que él está hablando acerca del domingo, aunque la profecía no dice nada parecido. Este versículo nada tiene que ver con el domingo, ¡y no es una referencia a día alguno de la semana! El día de la semana en el que Juan pudo haber recibido esta profecía es irrelevante.
El “Día del Señor” está hablando aquí del comienzo del periodo general de los problemas del mundo. Esto incluye la Gran Tribulación y el Día del Señor de un año de duración. Más de treinta profecías diferentes del Antiguo Testamento se refieren al “grande y terrible día del Señor”.
El profeta Joel habla de ese día. He aquí una pequeña porción de cómo describe ese día:, “Tocad trompeta en Sion, y dad alarma en Mi santo monte; tiemblen todos los moradores de la tierra, porque viene el día del Eterno, porque está cercano. día de tinieblas y de oscuridad, día de nube y de sombra; como sobre los montes se extiende el alba, así vendrá un pueblo grande y fuerte; semejante a él no lo hubo jamás [este es el peor tiempo en la historia], ni después de él lo habrá en años de muchas generaciones. Delante de él consumirá fuego, tras de él abrasará llama; como el huerto del Edén será la tierra delante de él, y detrás de él como desierto asolado; ni tampoco habrá quien de él escape” (2:1-3).
El profeta Sofonías es aún más gráfico: “Calla en la presencia del Eterno el Señor, porque el día del Eterno está cercano; porque el Eterno ha preparado sacrificio, y ha dispuesto a sus convidados. Y en el día del sacrificio del Eterno castigaré a los príncipes, y a los hijos del rey, y a todos los que visten vestido extranjero. Asimismo castigaré en aquel día a todos los que saltan la puerta, los que llenan las casas de sus señores de robo y de engaño. Y habrá en aquel día…” (1:7-10).
Unos versículos después, Sofonías da más comprensión de cuán terrible será este tiempo. Considere este cuadro sobrio: “Cercano está el día grande del Eterno , cercano y muy próximo; es amarga la voz del día del Eterno ; gritará allí el valiente. Día de ira aquel día, día de angustia y de aprieto, día de alboroto y de asolamiento, día de tiniebla y de oscuridad, día de nublado y de entenebrecimiento, día de trompeta y de algazara… Y atribularé a los hombres, y andarán como ciegos, porque pecaron contra el Eterno; y la sangre de ellos será derramada como polvo, y su carne como estiércol” (verso. 14-17).
Esto representa una descripción horrible. El versículo 18 se refiere a este tiempo como “el día de la ira del Eterno”. El versículo 17 identifica la causa de la ira de Dios: “porque [toda la humanidad] pecaron contra el Eterno”.
Los eventos aquí representados — el tiempo del castigo de Dios — son casi más horribles y aterradores de lo que las palabras pueden describir. Ese día literalmente le pertenece a Dios. La conducta del hombre ha hecho enojar a Dios. Y Él intervendrá pronto en los asuntos de este mundo y enviará plagas horribles sobre una humanidad pecadora.
El Día del Señor es el tiempo verdaderamente terrible de los castigos, plagas y juicios de Dios en la culminación de 6.000 años en que la humanidad ha practicado el pecado. ¡Cristo, a través de Juan, está revelando a Sus siervos lo que ocurre antes — y a través de — Su retorno!
Ezequiel 8:3 da más comprensión acerca de cómo Juan pudo ser transportado 1.900 años al futuro: “Y el Espíritu me alzó entre el cielo y la tierra, y me llevó en visiones de Dios a Jerusalén”. Al igual que Ezequiel, Juan estaba en visión — “en el espíritu” — desde la isla de Patmos, donde él registró la Revelación. Dios proyectó a Sus siervos (a través de visiones) a eventos futuros importantes para que ellos pudieran registrarlos.
Estamos en el tiempo del fin, cuando Dios quiere que Sus siervos entiendan los últimos eventos que preceden al retorno de Cristo. El libro de Apocalipsis no habla de eventos desconocidos en el pasado distante. Éste advierte de eventos colosales que surgen de los problemas mundiales que afectan a las masas de la humanidad vivas hoy. Entienda que el Día del Señor es la imponente parte central del libro completo. Así, esto ha requerido más explicación para poder entender lo que leeremos en el resto de este folleto.
En Apocalipsis 1:3, Dios dice: “…el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan, las cosas en ella escritas” son “bienaventurados”. ¿Cuál sería el punto de este versículo si Dios no quisiera que el lector — “el que oye”; el que “guarda” (obedece) — lo entendiera? Ésta es una declaración importante para todos lo que leen el libro. ¡Esto lo incluye a usted!
Los versículos 14-16 son una descripción directa de Cristo, como Él existe ahora en toda Su gloria. Este es un cuadro inspirador. Tome un momento para meditar al respecto — y cómo éste está muy lejos de la imagen común del “Cristo” falso popular de este mundo con cabello largo, de complexión abatida y con rostro triste: “Su cabeza y Sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; Sus ojos como llama de fuego; y Sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y Su voz como estruendo de muchas aguas. Tenía en Su diestra siete estrellas; de Su boca salía una espada aguda de dos filos; y Su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.
Hay dos tipos de símbolos usados en el primer capítulo de Apocalipsis. Uno es mencionado en el versículo 12, donde Juan vio “siete candeleros de oro”. También, en el versículo 16, él vio “siete estrellas” en la mano de Cristo.
Su significado es explicado al sólo continuar leyendo el contexto. La explicación está en el versículo 20: “El misterio de las siete estrellas que has visto en Mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.
¡Recuerde, la Biblia se interpreta a sí misma! Y sólo hemos introducido el tema de los siguientes dos capítulos.
Apocalipsis
¡Por fin explicado! PARTE 5
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